Cabos Sueltos: seguridad, bienestar y desarrollo. Piloto.
Cabos Sueltos es un espacio destinado a la apertura y reflexión de cuestiones ligadas a la seguridad, en el que se busca el bienestar y la tranquilidad a través del desarrollo y que eso sea un estado
¿Qué es Cabos Sueltos?
Cabos Sueltos es un espacio destinado a la apertura y reflexión de cuestiones ligadas a la seguridad, en el que se busca el bienestar y la tranquilidad a través del desarrollo y que eso sea un estado de seguridad. La seguridad es un concepto amplio y, por tanto, es difícil de medir. ¿Cómo compatibilizamos una unidad de medida de la seguridad de un país?
Cabos Sueltos busca rescatar el rol de las fuerzas de seguridad como actores imprescindibles en el diseño de las políticas institucionales y públicas. Reconstruir lo que realmente hacen, a partir de su práctica profesional y su trabajo que involucra al conjunto del sistema político y económico, requiere, en principio, historizar no solo sus funciones sino revisitar sus quehaceres sujetos a las demandas políticas del corto plazo, su metodología y objetos.
Y, simultáneamente, considerar la multidisciplinariedad que requiere la discusión y administración de la seguridad, que no supone una superposición integradora de política económica, política social o de desarrollo sociourbano; por el contrario, supone el replanteo de la estructura económica y productiva de nuestro país, de las condiciones para contener socialmente, por ejemplo, un plan de estabilización, y los conflictividad surgida por los problemos distributivos.
En primer lugar, Cabos Sueltos piensa a la seguridad ligada a la emergencia del desarrollo y el bienestar del país. La seguridad debe ser una variable con la que se mida el grado de desarrollo y bienestar del país. En esta réplica, un desarrollo económico, sostenible y estable traerá bienestar y tranquilidad a la sociedad, menos como un resultado determinista de una posición económica, que del convencimiento programático que abra los caminos para la transformación y reformas de los sectores estratégicos y prioritarios. Cabos Sueltos utiliza la réplica y la interpelación a ciertos sectores en los que inciden las fuerzas federales de seguridad para ejemplificar y demostrar cómo pueden convertirse ellas en parte del desarrollo de nuestro país, como parte de actores concretos que regulan y controlan.
De este modo, lo institucional no constituye solo un área de profesionalización, separado del conjunto de la sociedad, sino también el espacio en el que la realidad imprime el desafío del bienestar de los agentes federales de seguridad - cuidar a los que nos cuidan - y la emergencia de las mujeres armadas para el desarrollo del país.
En este episodio piloto, proponemos un mapa de concepciones y debates para abrir el debate de la seguridad: un breve acercamiento a la omnipresencia del modelo de la seguridad ciudadana, su gestión y efectos tanto prácticos como políticos; por otro lado, poniéndose el énfasis en sus límites, plantearemos el arquetipo de seguridad como estado de desarrollo y bienestar.
Seguridad Ciudadana
Desde los años 90 nuestro país convive con los problemas ligados a la in/seguridad: se dispararon los delitos y las violencias al mismo tiempo que crecieron las demandas ciudadanas por la seguridad. De esta manera, la gestión de la seguridad se convirtió en un problema político para las autoridades nacionales y locales.
Asimismo, los años de mayor estancamiento y crisis económica convivieron con tasas muy altas de delitos; no obstante, el desprecio por la evidencia empírica conllevó a la elaboración de distintos “planes de seguridad”, orientados por el modelo de la seguridad ciudadana. De hecho, ninguno de esos proyectos tuvo consecuencias sustanciales en el conjuro y disuasión de delitos. Esta imposibilidad de asegurar el bienestar y la tranquilidad estuvo acompañada por la inestabilidad de la coyuntura política de las administraciones nacionales (al igual que en el caso de la Policía de la Provincia de Buenos Aires con las gestiones de León Arslanián y Carlos Stornelli), el poco respaldo de las organizaciones sociales y políticas, así como también por el debilitamiento del Estado. Conviene advertir las consecuencias de correr detrás de los ritmos políticos y demandas políticas antes que contar con las voces de los actores: fracasos por la modernización de los sistemas de seguridad pública, transformación de las misiones de las Fuerzas de Seguridad, amplificación de tareas y una política de recursos humanos sumamente descuidada. Esta situación trajo consigo el aumento de los mercados ilegales y el debilitamiento de las tramas sociales, ya sea por el incremento de delitos y violencias, sean estos jóvenes armados y delincuentes, o vendedores de estupefacientes, lavado de activos, narcotráfico, cortes de ruta, etc.
El Estado Argentino, impugnado, retraído, brindó el servicio de la seguridad, la distribuyó como un medio de protección, como un beneficio - un derecho - a través de los policiamientos de proximidad, de la amplitud de la faz más política de los agentes federales en su rol como mediadores sociales. Desde 2003 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es esta multiplicidad de despliegues es una práctica extendida, por un lado, como complemento estatal para compensar - a través de ese servicio - a la población marginada, empobrecida: piqueteros, quiénes reciben planes sociales, con programas y medidas de emergencia dentro de la pobreza, y, por otro lado, para regular los delitos más visibles que el Estado no puede resolver.
Vivimos en un país federal en el que cada provincia debe administrar localmente el problema de la seguridad. Las administraciones locales tienen que ocuparse de refuncionalizar su propio sistema de seguridad pública y su instrumento principal, las fuerzas de seguridad provinciales.
No obstante, el concepto de “seguridad ciudadana” impidió en muchas ocasiones el normal despliegue y operatividad de las Fuerzas Federales de Seguridad. Aún peor, la gente entendió que las Fuerzas Federales estaban a cargo de la seguridad ciudadana.
Ni los municipios ni las provincias, en muchos casos, abordan la gestión de la seguridad basada en la evidencia, en las evaluaciones rigurosos, el conocimiento empírico o el desarrollo tecnológico. Muchos municipios relegan la prevención de delitos, los monitoreos y análisis que permiten determinar qué es lo que sirve y lo que no.
La seguridad ciudadana más que un aspecto técnico de un desarrollo más amplio se ocupa de los aspectos políticos de la gestión de la seguridad.
Seguridad como bienestar y estado del desarrollo.
La unidad de medida debe ser el estado de bienestar y de desarrollo del país: de las capacidades productivas, industriales, que logren albergar a las 50 millones de personas que somos, mediante la actualización e innovación científico y tecnológica, de manera estable y sostenida en el tiempo. Así, proponer una mirada estratégica que xplique a qué lugar hay que dirigirse y de qué manera lograrlo, para motorizar los procesos de industrialización y del desarrollo científico-tecnológico, para que el complejo de defensa y seguridad sean complementarios.
Desarrollo del complejo de Seguridad
Para lograrlo, el complejo de Defensa y Seguridad debe tener sus propios amortiguadores: por un lado, acumulación de distintos capitales, como el científico, el tecnológico y medios productivos; por otro lado, un mayor mayor presupuesto, que considere las cuestiones estratégicas y regionales. Para que el complejo de Defensa y Seguridad sea una cadena de valor en sí misma, rol del sector público es central para lograr desenvolver un complejo de estas características: para generar las condiciones de producción y del resto de la cadena, así como ser capaz de generar incentivos para atraer inversiones extranjeras. Que las colaboraciones con el sector privado relocalicen y motoricen una red de proveedores. Algunas preguntas qué nos hacemos son: ¿De qué manera logramos esa acumulación? ¿Bajo qué contexto internacional y con qué actores? ¿Esos actores hacen deseable el complejo? ¿Lo permiten?
El desarrollo productivo de la seguridad, el desarrollo de un país ligado al complejo de la cadena de valor de la seguridad, no solo se ocupa de la asistencia técnica a través de los sistemas de armas, con la posibilidad de hacer armamentos, de hacer municiones, crear y fortalecer y reparar barcos patrulleros, aviones patrulleros, armamento de mayor complejidad como los blindados, los buques; sino que el desarrollo productivo también tiene un sujeto y ese sujeto es el instrumento: ¿Qué hombres y mujeres van a entrar a la fuerza? ¿Por qué llega y qué espera de la fuerza? ¿Es la fuerza capaz de no colonizarles el tiempo y otorgarles un salario completamente en blanco? ¿Ese salario es estable? ¿Qué pasa con las violencias que sufren las mujeres policías? ¿Cómo las incorporamos a los movimientos de mujeres? ¿Quiénes van a trabajar en esas industrias?
El desarrollo del complejo de Defensa y Seguridad permite obtener el control y la vigilancia de los los recursos naturales y estratégicos, de bienes industriales y de servicios, aquellos que también están basados en el abastecimiento de nuestra Zona Económica Exclusiva y la cadena de valor agregado generada. Esto produce la transformación de sectores, por ejemplo, la utilización de Gas Natural Licuado como combustible para las embarcaciones.
Asimismo, a través del cuidado, control y vigilancia de la plataforma marítima continental argentina se puede lograr la explotación de minerales, hidrocarburos y especies sedentarias. Prefectura Naval custodiando y haciendo cumplir la seguridad jurídica para exploración, explotación, así como recolección de especies que inviten a las inversiones y el crecimiento económico del país.
Cabos Sueltos se propone salir de la lógica de policiamiento para pensar la administración de la Seguridad a través de un planeamiento estratégico y por capacidades del país.
Las Fuerzas Federales de Seguridad deben acompañar la persecución y la investigación criminal, debe acompañar un ordenamiento de la economía que busca, o debería hacerlo en última instancia, poner el país a trabajar. Un país sumido en saqueos, como le pasó a Duhalde, debe contenerse y ordenarse. Las Fuerzas de Seguridad no son fuerzas represoras: en la actualidad, despliegan el componente más político a través de distintas mediaciones e intervenciones en la arena pública, así como también son fuerzas contenedoras y reguladoras de la violencia.
Los delitos y la criminalidad generan mercados ilegales que tienen una cuota de poder. No basta con mirar una serie de Netflix, de lo contrario, basta salir a la calle. Hoy, a través de los delitos de distinta complejidad (narcotráfico, lavado de activos, trata de personas, venta de autopartes, hurto, organizaciones criminales, delitos rurales) se genera un desarrollo periférico y ese desarrollo genera poder. Esos mercados ilegales generan daños graves a la economía, a la seguridad del Estado y de sus habitantes, así como a la afectación de los servicios públicos. Eso solo genera mayor conflictividad.
Queremos una economía que aguante el presupuesto de transformación y sostenibilidad en la industria aeronáutica, los regímenes de navegación, en la política de armas y materiales controlados, así como en precursores químicos y complejos fronterizos, en el desarrollo y equipamiento de capacidades tecnológicas la investigación criminal, las tareas de Inteligencia, a través de un plan integrado, sostenible y que asegure el bienestar de las Fuerzas.
Somos un país federal. Un país que tiene que tener sus campeones: los empresarios, los trabajadores y los otros campeones, las Fuerzas de Seguridad.
Que lo justo sea fuerte y que lo que es fuerte sea justo. Cabos Sueltos, para desanudar el pasado y unirnos en un futuro.